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Conversando con el Clítoris: Más de 300 millones de años de placeres.

clitoris

Esta semana traemos a Serise Sexología  un invitado especial, el Clítoris. Viene con ganas de hablar de su intensa e interesante biografía.

clítoris

 

“Hola buenos días, mi nombre es Clítoris. Me llamaron así por la palabra griega Kleitoris, que significa pequeño monte aunque, he de decir que de pequeño tengo poco, ya que puedo alcanzar hasta los 12 cm de largo y los 6 cm de ancho.

Tengo 300 millones de años, que no es moco de pavo, como imaginareis. Durante mucho tiempo se me ha ocultado, he sufrido el silencio y, la verdad, es que se ha hecho un esfuerzo bastante grande para que no se me conozca en realidad. De hecho, casi se ha conseguido. A veces me niegan hasta en los atlas de anatomía humana. Es duro que no se me valore después de todo lo que he hecho para que hoy estemos todos y todas aquí.

 

Os he traído una fotografía para que me conozcáis mucho mejor.

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Mi historia es larga pero fascinante. Para que entendáis un poco de dónde vengo, nos tenemos que ir muy lejos en el tiempo.  Hace 300 millones de años, los reptiles comenzaron a desarrollar un mecanismo  de procreación interna (hasta entonces siempre se había realizado fuera del cuerpo y dependía del medio acuático). Los genitales de estas especies se modificaron  y,  es en este momento cuando aparece el Pene y aparezco yo. Mi vecina la Vagina por aquellos tiempos ni si quiera existía. Para generar nuevos seres, se introducía el Pene en un conducto llamado Cloaca,  que valía tanto para un roto como para un descosido. A través de este conducto se eliminaba la orina, las heces,  los huevos y, es en este lugar donde habitaba yo, justo en la entrada. Como mi labor es la de dar gusto y lo que gusta se repite, así favorecía que se perpetuara la especie.

 

Con la llegada de los mamíferos, hace 220 millones de años, aparece el útero, que permitía albergar a las crías durante un tiempo mayor debido a la placenta.  Así, éstas nacían con mayor grado de madurez, pero para expulsarlas en el parto se necesitaba un canal. Es en este momento cuando aparece mi vecina la Vagina. Ella  era independiente del aparato digestivo y se situaba en otra sección diferenciada del ano. Como ya no se usaba la cloaca tuvieron que trasladarme de departamento y allí que me ubicaron, en su entrada. Seguía dando gusto y eso hacía que quisieran seguir produciendo nuevos seres.

 

Las hembras de primates desarrollaron una modificación más. El conducto urinario se independizó de la vagina surgiendo la uretra.

 

Siguió pasando el tiempo y, hace 6 millones de años se inició la postura bípeda. Se modificaba la pelvis y el tamaño de la cabeza aumentaba en algunas especies. Aquí hubo que hacer una reestructuración empresarial bastante grande. Mi puesto de trabajo en la entrada de la vagina peligraba. No podía quedarme allí. Alguien con 8000 terminaciones nerviosas como soy yo  es un potencial de placer pero puede ser un potencial de dolor, lógicamente. Si se producía un parto por la vagina y yo estaba presente el dolor que se sentiría podría incluso matar, así que tras una larga reunión de empresa, decidieron trasladarme donde me encuentro actualmente en la especie humana. Tengo mi propio despacho, fuera de la vagina y mis funciones están separadas de la procreación. Puedo hacer lo que mejor sé (dar placer) sin ningún fin reproductivo, aunque en muchas ocasiones no reconocen mis labores y atribuyen los méritos a mi vecina la Vagina que, no es por crear polémica pero ella sólo tiene sensible el tercio externo. El resto como si te pones a clavar clavos, que no va a producir ninguna sensación.

 

Se cree que la medicina me conoce desde el S. II d.C a manos del señor Rufo de Éfeso pero curiosamente durante muchos siglos nadie se pronunció sobre mí, y ya saben, las palabras crean realidades y de lo que no se habla, no existe.

Hasta el S.XVI algunas conocían mi trabajo, aunque nadie daba una explicación clara sobre quién era yo y por qué producía placer. A partir de entonces se me nombra en algún libro, aunque hasta el S.XIX las aportaciones sobre mi trabajo eran bastante reducidas.

 

Satanificaron mis labores, etiquetaron como enfermas a quienes me descubrían y gozaban conmigo y es que, destapé un secreto importante: Las mujeres tenían placeres eróticos y les encantaban. A su vez, dejé ver que no necesitaban a nadie más que a ellas mismas para tener esos gozos y eso no sentó nada bien. Tanto es así, que incluso en algunas culturas se decidió amputarme, con todo el sufrimiento que puede acompañar este hecho.

 

Hoy, 300 millones de años después de mi nacimiento y tras una evolución  de la especie extensa e importante sigue habiendo mucho silencio sobre mí.  ¿Las razones? Esas ya se me escapan de las manos”.

Ruth Arriero. Sexóloga en Serise Sexología. Logroño. La Rioja

Ruth Arriero. Sexóloga en Serise Sexología. Logroño. La Rioja

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