¿Qué es lo que sucede en la transición de la niñez a la edad adulta? ¿Qué hace que perdamos esa mente tan libre que existe en la infancia? ¿Cuándo comienza ese proceso en el que, lo que importa a los demás está por encima de uno o una misma?
Esta mañana nos encontrábamos trabajando con 4º de primaria en un centro y me asaltaban todas estas preguntas y muchas más, mientras les miraba con cierta envidia y el anhelo de volver a sentir libremente, sin cadenas impuestas por la sociedad, por modelos de belleza y por lo políticamente correcto.
“Si mañana cuando despertaras tuvieras súper poderes y pudieras cambiar una parte de tu cuerpo ¿Qué cambiarias?”
-“Nada” (sonaba al unísono)
-“Bueno, yo si pudiera cambiaria una cosa y dejaría de ser alérgica” (De pronto decía una chica)
“¿Nos gusta nuestro cuerpo? “
-“Si”
“¿Cambiarías alguna cosa?”
-No
En cada uno de los grupos se repetían una y otra vez las mismas reacciones, a la vez que miraban con extrañeza ante la pregunta de si cambiarían algo de su cuerpo. Como si, de alguna manera, hubiera algo ridículo y absurdo en la pregunta formulada. Creo que no les faltaba razón. Por qué querríamos cambiar algo de nuestro cuerpo si lo que tenemos es parte de nuestra peculiaridad, de esa diversidad que nos hace ser especiales, seres únicos e irrepetibles.
Me visitaban sentimientos de tristeza y de rabia. Sentimientos fuertes, por dejarnos arrebatar esa autoconfianza, por dar más valor a las opiniones ajenas que a las nuestras, por creernos los modelos de belleza, por esa renuncia generalizada, esa negación y ceguera hacia la diversidad en todas y cada una de las facetas humanas.
Tu que lees estos párrafos ahora mismo, si tuvieras súper poderes mañana y pudieras cambiar algo de tu cuerpo ¿Qué cambiarias? ¿Nos gusta lo que hay? ¿Nos aceptamos? ¿Nos queremos y respetamos? ¿Rercordamos aquel momento en el que nuestro cuerpo era perfecto solo por el hecho de ser nuestro?
Quizá, estos niños y niñas con los que trabajábamos esta mañana no eran conscientes del valor que tienen entre manos, del superpoder de vivirse con aceptación, respeto y felicidad, así, de esa manera, sin esfuerzo mental alguno, dados los tiempos que corren. Por ello, necesitábamos hacerles saber que, probablemente el día de mañana, alguien les hará dudar de su belleza, alguien intentará que olviden la importancia del ser diferentes, alguien les comparará con un modelo seleccionado por otro alguien probablemente con algún fin lucrativo, y ese día, deberán recordar su imperfecta perfección y lo felices que se sentían siendo quienes eran.
Ruth Arriero de Paz. Sexóloga en Serise Sexología.
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